La responsabilidad social empresarial, ¿debe ser voluntaria o una obligación legal?

La responsabilidad social empresarial, ¿debe ser voluntaria o una obligación legal?

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La responsabilidad social empresarial, ¿debe ser voluntaria o una obligación legal?

La propia definición de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) hace énfasis en la voluntariedad en su aplicación: es el fenómeno voluntario que busca conciliar el crecimiento y la competitividad, integrando al mismo tiempo el compromiso con el desarrollo social y la mejora del medio ambiente.

La creciente preocupación de la sociedad sobre los problemas de carácter ético, ambiental y social, hace que las empresas traten de abordarlos en profundidad, adquiriendo un compromiso permanente con todos los grupos de interés.

Sin embargo son muchas las voces que piden una mayor exigencia legal y penalización individual y empresarial estricta a los incumplimientos. En el Estado, uno de los introductores de la RSE es Ramón Jaúregui, de todos conocido, que está insistiendo en la contradicción entre la extensión de las Memorias de RSE entre las empresas cotizadas, y la defensa de la RSE desde el sector público, con un trasfondo de aumento generalizado de las desigualdades, sueldos desmesurados e indignación creciente por la corrupción.

Una clave es la madurez de la sociedad. Las webs dedicadas a Responsabilidad Social, recogen en grandes titulares que La integración de la RSE en la sociedad se dará cuando la ciudadanía empiece a demandar a las empresas comportamientos responsables”.

Es evidente que hay una demanda social creciente sobre la transparencia, y la ética en las actuaciones empresariales, aunque es cierto que es una demanda bastante indefinida y que afecta sobre todo a las grandes empresas sobre cuya actuación todos y todas tenemos opinión. Sin duda el hecho de que grandes bancos como BBVA o Santander dediquen cerca de un 1% de sus resultados a actividades “sociales” se justifica por la presión social: sus clientes no aceptan que el conjunto de la sociedad no tenga un retorno de sus beneficios, aunque sea limitado, y sus accionistas aceptan que su dividendo se reduzca. Pero la filantropía no es un buen ejemplo de RSE. Una frase afortunada de un compañero de ULMA lo aclara: se trata de hablar más de hacer bien las cosas, que de hacer cosas buenas.

Y aquí chocamos con la aplicación de los estándares de reporting, que también está todavía poco madura: si coges la memoria de LABORAL Kutxa y la de KutxaBank es muy difícil, incluso si eres un experto, saber qué es lo importante, y si verdaderamente están haciendo cosas diferentes, a pesar de que se ajusten a estándares internacionales. Hoy, las Memorias de RSE son “novelas” que cuentan lo que la empresa quiere y callan lo que no quiere decir.

Y vuelvo a la madurez de la sociedad

Como vivimos en una sociedad sobre-comunicada, el hecho de que una gran empresa como Volkswagen engañase a todo el mundo, incluidos reguladores y usuarios, permitiendo que sus coches contaminen a lo grande sin ningún control, es una noticia de portada que nos ha llegado a todos. En este desastre creo que podemos encontrar una buena noticia: el que contamina paga, y es posible que el coste reputacional que la sociedad va a aplicar a esta empresa va a estar muy por encima de las multas que le van a imponer los reguladores.

En temas de RSE, como en otros temas reputacionales, no se trata de hacer muchas cosas, se trata, como decimos, de hacer bien las cosas, y comunicarlas después, claro. Poniendo todos los frenos posibles a las malas prácticas… ambientales, sociales o/y en las relaciones laborales.

Jon Emaldi. Director de Calidad y Modelo de Gestión de LABORAL Kutxa


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