El teletrabajo y sus ‘efectos secundarios’

El teletrabajo y sus ‘efectos secundarios’

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El teletrabajo y sus ‘efectos secundarios’

Cuando Joseba supo que su empresa iba a habilitar la fórmula del teletrabajo para evitar los contagios durante la crisis de la COVID-19 enseguida vio la oportunidad de resolver varios de los inconvenientes que le estaba causando la pandemia:

  • Conseguiría minimizar el riesgo de contagio personal y familiar.
  • Podría atender a sus dos hijos menores durante la suspensión de las clases presenciales.
  • Evitaría la pérdida de tiempo en los desplazamientos a la oficina.
  • En definitiva, conseguiría distribuir mejor su tiempo para atender las tareas domésticas.

El paso de las semanas demostró que la empresa había tomado la decisión acertada: a pesar de la distancia física, las nuevas tecnologías permitieron a la organización mantener una comunicación fluida con su plantilla; el rendimiento de sus miembros siguió siendo el mismo, hecho que fortaleció aún más la confianza en su personal laboral; la incidencia del coronavirus fue mínima, y la empresa consiguió dar un paso de gigante en sus planes de digitalización. Todo ello, avalado por el decreto de regulación del teletrabajo que había aprobado el Gobierno. Pero poco después de que se reanudara la actividad escolar, y a pesar de las aparentes ventajas del teletrabajo, Joseba pidió reincorporarse a su oficina. ¿Por qué? Aunque esta modalidad laboral aporta beneficios incuestionables, también produce efectos secundarios de difícil solución, según recoge el informe Trabajar en cualquier momento y en cualquier lugar: consecuencias en el ámbito laboral, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo. A pesar de que ese informe data del año 2017, sus conclusiones son igual de válidas hoy en día, y están condicionadas por varios elementos:

El carácter personal

Hay personas que están predispuestas a socializar, a la movilidad, que son más inquietas y cuyos puestos de trabajo tienen un carácter más dinámico. Estas personas, por ejemplo, sienten la necesidad de interactuar con otras o de moverse por la oficina cuando hablan por teléfono, y no tienen ningún reparo en desplazarse para acudir a cualquier evento o cita profesional. Por el contrario, otras personas con similares aptitudes y capacitación se encuentran más cómodas en una situación más estática, sentadas frente a una mesa, apenas necesitan interacción social y son capaces de sacar todo el partido a cada minuto que pasan en su puesto de trabajo, con independencia de dónde se encuentre.

La tendencia a trabajar más horas

El trabajo en una oficina implica respetar los horarios laborales de entrada y de salida, y en ocasiones eso implica dejar tareas pendientes y sin finalizar. El teletrabajo ha contribuido a centrar más el trabajo de las personas en la consecución de objetivos por encima de los horarios, y eso ha provocado que muchas personas hayan tenido que ampliarlos para concluir sus tareas. El hecho de trabajar desde casa hace que la persona sienta una obligación especial a cumplir con sus tareas profesionales, incluso a pesar de tener que hacerlo con su horario de trabajo ya cumplido.

El solapamiento entre el trabajo remunerado y la vida personal

Vivir en tu propia oficina obliga a cualquier persona a mantenerla adecentada y organizada, y a realizar tareas que en otro caso no tendría que hacer. En una oficina el personal de limpieza se encarga de muchas labores que en el domicilio particular debe realizar la propia persona trabajadora; se acude a comer a restaurantes, mientras que en el domicilio hay que hacer compras y comida… Estas tareas, entre muchas otras, terminan por quebrar la delgada línea que separa trabajo remunerado y vida personal.

El sedentarismo

La supresión de los desplazamientos a la oficina limita la movilidad física de las personas. Solo hay que comparar mentalmente el recorrido que realiza una persona que trabaja desde casa con otra que debe desplazarse a su empresa. A ello se le suma que muchas personas aprovechan la hora de comer para acudir al gimnasio o, simplemente, salir a pasear.

El aislamiento social

Quienes trabajan su propio domicilio ven reducidas sus relaciones sociales y el contacto personal con otros miembros de la plantilla, y eso provoca cierto aislamiento social que, a la larga, puede resultar acarrear consecuencias. Estos aspectos han provocado que algunas empresas hayan tenido que revisar la implantación del teletrabajo y explorar fórmulas mixtas que permitan mantener las ventajas de esta modalidad sin perder ni un ápice de la motivación de sus plantillas ni la productividad.


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