Qué le ocurre a la economía china

Qué le ocurre a la economía china

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Qué le ocurre a la economía china

Las noticias procedentes de China se han convertido en las últimas semanas en un elemento de inestabilidad en los mercados. Los recientes problemas de liquidez del sistema financiero y un crecimiento menor de lo previsto en el primer trimestre han disparado las alarmas en el resto del mundo, por las consecuencias que ello podría tener para la recuperación global.

Laboral Kutxa, China

Para Mauro Guillén, director del Lauder Institute en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, “China se encuentra en la encrucijada tras 35 años de crecimiento y de transición hacia la economía de mercado”, con un modelo muy desequilibrado. “China ha intentado lograr en 30 años lo que Europa hizo en 300 y EE UU en 200”, señala. Como resultado, se han provocado unos desequilibrios “enormes” entre zonas rurales y urbanas, ricos y pobres, economía y política “y también entre economía real y financiera”. Guillén insiste en que los bancos tienen demasiados problemas de malos créditos, carece de una moneda convertible y de instituciones legales que funcionen objetivamente. “China ha de resolver todos estos problemas, por su propio bien y por el del mundo”, concluye.

Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR) en Londres, considera que durante varias décadas China ha estado creciendo “con excesiva rapidez” y que tiene “un serio problema de burbuja de crédito en su sistema bancario que ha estado creciendo a más del 22% anual”. Eso explicaría, dice De la Dehesa, que el Banco Popular de China haya reducido notablemente la liquidez, aunque también apunta a un serio problema: el impresionante desarrollo de la “banca en la sombra”. Esta actividad no regulada sirve “a algunos bancos para evadir el techo de remuneración a sus depositantes impuesto por el gobierno” o para albergar a “una enorme cantidad de prestamistas informales” hasta niveles de vértigo: “2,8 billones de dólares según algunas estimaciones.

Antonio Merino, director del servicio de estudios de Repsol, cree que la “baja deuda externa, reservas de 3,4 billones de dólares, así como una cuenta corriente fuerte permiten alejar los fantasmas de una segunda crisis asiática”, asegura. Merino reconoce, sin embargo, que el fuerte vínculo entre el sistema financiero y el sector público y el explosivo crecimiento del crédito son factores de inestabilidad. “En la medida que se den pasos concretos para hacer más transparente la situación de la banca y se estabilice el tipo de cambio la confianza retornará y las emisiones aumentarán”.

Juan Ramón Cuadrado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, recuerda que durante las tres últimas décadas, una moneda subvalorada, unos tipos de interés depresivos o unas retribuciones muy bajas “han subsidiado la inversión a costa de constreñir los ingresos de las familias” y cambiar ese patrón resultará complicado políticamente porque hay muchos intereses en juego. A su juicio, ese giro implicará “tasas de crecimiento más bajas, que se estima que se moverían entre el 4 y el 6%. ¿Aguantará esto el país?”. Cuadrado destaca otros problemas que en nada ayudan a reducir las desigualdades: el alza de los precios de los alimentos y de las viviendas. Un tema especialmente grave dado el ya escaso peso del consumo doméstico en el PIB del país: por debajo del 40% frente al 60%-70% de la mayoría de los países. Cuadrado alerta que en los próximos 10 años China se enfrentará también a las consecuencias de su política de natalidad, con una población cada vez más envejecida y una menor entrada de jóvenes en el mercado de trabajo.

José García Solanes, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, cree que para mantener tasas de crecimiento que permita reducir los desequilibrios exige que las autoridades sustituyan exportaciones por demanda interna y mayor competencia. “Resulta crucial que consigan el éxito, pues China realiza una proporción importante del comercio mundial y la salud de muchas economías emergentes depende de las ventas de sus materias primas al gigante asiático y, por tanto, del crecimiento de éste”, concluye.


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