RSE: Lo que no se gestiona se pudre

RSE: Lo que no se gestiona se pudre

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RSE: Lo que no se gestiona se pudre

[caption id="attachment_2265" align="alignright" width="270"]Pedro López de Gámiz, Responsable de Calidad de Laboral Kutxa Pedro López de Gámiz, Responsable de Calidad de Laboral Kutxa.[/caption]

Por Pedro López de Gámiz.Responsabilidad Social Corporativa (RSC), Responsabilidad Social Empresarial (RSE), Sostenibilidad, son términos bastante recientes, y a los que en cada empresa damos una respuesta diferente.

El concepto básico es que las empresas son (somos) agentes económicos cuya actividad afecta a muchas facetas, y por tanto hay que tener en cuenta toda su aportación, no sólo los beneficios que obtiene.

Los beneficios son imprescindibles, y su acumulación y reinversión también, para garantizar la supervivencia de la empresa a largo plazo. Esto lo sabemos todos.

Pero la preocupación por el resto de aportaciones empresariales es bastante reciente, y todavía las ideas están asentadas sólo a medias. Un segundo concepto es que la contabilidad tradicional mide mal la sostenibilidad, y por eso en RSE se suele hablar del triple enfoque “económico, social y ambiental”.

La idea es que el beneficio a largo plazo de una empresa sólo está garantizado si equilibra el éxito en su actividad y en sus ventas, con unos sistemas de gestión en que las personas estén suficientemente a gusto, con un respeto escrupuloso al cuidado del medio ambiente, y teniendo en cuenta sus aportaciones al conjunto de la sociedad. Si no se tienen en cuenta equilibrios en todos estos ámbitos, hay numerosas evidencias de que empresas hoy altamente rentables, mañana empiezan a decaer y no es fácil que recuperen  el éxito empresarial.

RSE no es Marketing

Otra idea importante es que la sostenibilidad o la RSE no son lo mismo que el marketing social. Al final, aplicaremos o no avances en RSE en tanto en cuanto nos ayuden a garantizar el futuro y nos aporten un beneficio a largo plazo.

Un ejemplo desde la realidad de la RSE de Laboral Kutxa que yo creo que es muy ilustrativo: en cuatro años hemos reducido en un 60% el consumo de sobres y de papel en las comunicaciones con nuestros clientes.

Así hoy, la gran mayoría de las Pymes clientes reciben su información vía email. En conjunto, entre particulares y empresas, pronto una cuarta parte de nuestros clientes recibirán su correspondencia sin papel.

El servicio al cliente es rápido, puntual, más frecuente, y sin duda más eficaz, pero el ahorro de costes también es muy relevante: para 2012 calculamos que nos costaría 670.000 € / año más enviar toda nuestra correspondencia mediante extractos postales. Y el ahorro que supone para nuestros bosques es también muy significativo.

El éxito de acciones como el ahorro de papel que comentamos está en integrarlas dentro de las prioridades de la empresa. Ese es el acicate para poner más medios y más energías en conseguir objetivos ambiciosos cuanto antes.

¿Cómo medir los resultados?

Si las acciones de RSE son una lista de acciones amables, de marketing, descoordinadas del resto de la empresa, sin una lógica que busque que los sistemas de gestión empresarial tengan mejor resultado, siempre tendrán una segunda prioridad y nunca les llegará la hora, sobre todo si los recursos son de economía de supervivencia en medio de una crisis.

Por muchos argumentos que demos, la mejor defensa de la RSE es presentar a Dirección los resultados derivados de las acciones realizadas.

Y esto no es fácil. Por ejemplo, ¿cuánto vale el mejor servicio al cliente que aporta una cooperativa de crédito por el hecho de que la persona que atiende al cliente es socia y no un trabajador asalariado? No sabemos cuantificarlo en euros, pero sí sabemos medir la satisfacción del cliente y comprobar que es mayor que en otros competidores bancarios.

Insisto: también en RSE aplica lo de que “lo que no se mide no se gestiona, y lo que no se gestiona se pudre”.


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